10 de junio de 2006

ARTE CULTURA Y EDUCACIÓN

Una de las primeras preguntas que surgen al iniciar la reflexión para realizar el siguiente ensayo, parte de la experiencia docente que se ha vivido al interior de la escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas, y es precisamente la existencia del modelo. Se preguntarán que tiene que ver el modelo en una clase de dibujo de Artes Plásticas con un ensayo sobre Arte, Cultura y Educación. Pues bien, es a raíz del análisis y la búsqueda de un cambio metodológico para la enseñanza del dibujo, que surge la siguiente pregunta, ¿es obligatorio, imperativo, y necesario utilizar la figura del cuerpo humano, el modelo real, en la enseñanza del dibujo? Cuando ampliamos esta pregunta a otras esferas, nos lleva a pensar obligatoriamente la noción de modelo y los usos y aplicaciones que tienen estos en diversos campos o ámbitos a nivel económico, político, social, y cultural, modelos surgidos en otros lugares, y las implicaciones que traen consigo en el desarrollo cultural de las sociedades de América latina. El modelo aquí es asumido como aquel que tiene que ver con algo a lo cual seguir, con lo cual guiarse, algo que se puede imitar y en el ámbito del arte, algo que se puede copiar. En muchas ocasiones y en muchos campos la existencia de modelos ha permitido el progreso, el conocimiento y la comprensión de sistemas o fenómenos muy complejos, pero en otros casos la utilización de modelos no depende solamente de la aplicación del mismo, sino también, del medio o contexto en el que se aplique, como lo mencionaba Mora Osejo y Fals Borda “…no siempre resultan apropiados para concebir soluciones surgidas en nuestro medio”
[1].

Es esta la excusa que nos lleva un poco más allá, nos lleva a trascender el problema del modelo y penetramos en otros campos en donde nos planteamos la necesidad de cuestionarnos sobre el cómo estamos llevando a cabo nuestros procesos, en términos de si estamos cumpliendo con nuestra labor, buscando soluciones a problemáticas propias, a partir de tácticas propias; o si por el contrario estamos aplicando estrategias que en otros lugares han realizado pero que difieren en cuanto al contexto y a la realidad social en que vivimos. La pregunta por el modelo genera y sugiere la preocupación del ¿cómo construir nuestras propias nociones de arte y educación, que sean coherentes con nuestras realidades y necesidades sociales? Partiendo de estas preguntas se pretende entrar en una reflexión alrededor de las dimensiones de Arte, Cultura y Educación, sobre las relaciones que se tejen entre las mismas, con el fin de aclarar algunas nociones existentes, referentes a lo artístico y lo cultural; para desde allí ver cómo se traslapan, cómo se tocan en la práctica cultura y universidad, y cómo se aporta desde el campo universitario en la construcción de esta cultura; asumiendo la universidad como mundo cultural y político, como lugar que hace posible el desarrollo cultural individual y colectivo, además, a manera de micromundo donde se ven reflejadas las problemáticas culturales que suceden a nivel macro.

Todo este entramado de relaciones pretendemos hacerlas visibles a partir del supuesto que el arte es la principal forma de expresión en que se manifiesta la cultura, se parte de los imaginarios y las representaciones simbólicas culturales existentes, configuradas desde las prácticas artísticas. Se trata de visualizar cómo estas representaciones simbólicas se convierten en el principal mediador para comprender los procesos culturales que se dan entre los diferentes grupos sociales en la realidad, cómo las prácticas simbólicas son un universo que hace posible múltiples realidades, y donde esta multiplicidad resulta ser nuestra principal fortaleza cultural. Desde allí, se busca entonces proponer la investigación en artes como otra forma generadora de conocimiento diferente de la científica, y en este caso, el entendimiento de los procesos y transformaciones que se dan a nivel cultural en nuestra sociedad, materializadas en algunas de estas prácticas, entendiendo las prácticas artísticas mas allá de lo meramente artístico, trascendiendo el concepto de obra de arte, y en donde entran a jugar un papel importante otros comportamientos y maneras de hacer propias de la cultura que no se han tenido en cuenta dentro del concepto de arte tradicional legado por occidente
[2].

Entre lo cultural y lo artístico, algunas nociones

Una de las concepciones que subyacen a partir del siglo XVIII y que nace con el poderío de Francia e Inglaterra como potencias mundiales en esta época, es aquella en donde la cultura es considerada como “la alta cultura”; de la mano de la ilustración, se pensaba que aquellas personas que tenían acceso a cierto tipo de conocimiento, que fueran letradas, eran las únicas poseedoras de la cultura, a diferencia de la baja cultura o cultura popular en donde el pueblo, no disfrutaba los privilegios de acceder a dicha educación, los poco letrados no la poseían, en palabras de Santiago Castro “Las formas propiamente letradas o como diría Weber Racionalizadas de la cultura (codificación musical, arte secularizado, literatura, filosofía, historiografía), son más elevadas desde el punto de vista fenomenológico, puesto que a través de ellas el hombre pudo volver sobre sí mismo y reconocer su propia vocación espiritual. Los grupos humanos que no han logrado acceder a la reflexividad de la cultura alta permanecen anclados en la minoría de edad y se hallan necesitados de la iluminación proveniente de los letrados y particularmente de los filósofos”
[3] igualmente y como lo menciona el autor en el campo de las artes, eran los de la élite, los reyes, pertenecientes a la corte real, quienes podían pagar por un retrato en pintura o encargar una escultura a los principales artistas de esta época. Vemos que el arte no es autónomo en el momento de tomar sus propias decisiones, pues estos artistas, dependían de la realeza para darse a conocer entre la sociedad. No podemos dejar de mencionar que paralelo a todo este pensamiento racionalista, aparece el Romanticismo como movimiento contrapuesto, e igualmente el arte hace su aparición para contar otra forma ideológica, pero este tema hace parte de otra discusión. Podemos hacernos una idea aún mejor de lo que ocurría a partir de la obra las Meninas de Velásquez pintor español.[4] Vale la pena aclarar que este pensamiento aún sigue vigente en nuestra época.

Un poco mas adelante en la historia, la cultura entra hacer parte de uno de los andamiajes más fuertes de la humanidad, la ciencia. Con la aparición de las ciencias humanas la cultura pasó a hacer objeto de estudio de algunas disciplinas como la antropología, la sociología, la etnología, (aunque esta última es más reciente). Pasamos a concebir la cultura como espacio de desarrollo humano y social que está sujeto a un territorio geográfico. Considerada como una serie de manifestaciones de un grupo social o una comunidad, como lo menciona Santiago Castro Filósofo e investigador del instituto de Estudios Sociales y culturales PENSAR de la Universidad Javeriana “…debe asentarse en las condiciones geográficas, las costumbres, la lengua y los modos de pensar características de un pueblo sobre el que se ejerce un gobierno”
[5] Y aquí el autor nos da pie para exponer la relación que comienza a darse entre cultura y poder, en donde la cultura se haya sujeta no solo a un grupo poblacional o a un estado, sino a otros elementos como la economía, y la política, en este caso el modelo económico capitalista, en donde los estados que mayores riquezas acumulen son consideradas potencias mundiales y se convierten en centro del poder, y aquellos otros harán parte de la llamada periferia. Todos estos cambios están amarrados al desarrollo histórico que ha ocurrido durante el siglo XX, y a todo este marasmo de cambios en el cual los hechos han transcurrido con gran rapidez, aparecen temas que si bien se tocan a nivel internacional, trazan y marcan políticas a nivel local. En estas últimas dos décadas se ha hablado del proceso de globalización, de la relación entre lo global y lo local, temas como la internacionalización de la economía, de los grandes procesos de desterritorialización, los tan nombrados fenómenos diaspóricos, y resultado de esto, las emanaciones multiculturales e interculturales. Hechos que suceden todos a la vez y que demandan necesariamente transformaciones en el pensamiento, y acciones que acontecen en el campo del arte, como lo enfatiza Garcia Canclini “La cultura propia se formaría en relación a un territorio y se organizaría conceptual y prácticamente, gracias a la formación de colecciones de objetos, textos y rituales, con los que se afirmarían y reproducirían los signos que distinguen a cada grupo”[6], después de que las ciencias sociales asumen que existen diversas culturas, comienza una afanosa carrera por organizar aquellos vestigios que las mismas culturas han producido en la historia y en el mismo tiempo en que habitan. Proliferan los museos arqueológicos, los grandes coleccionistas de arte y una extraña valoración por lo que parece ser una suerte de cultismo por manifestaciones artísticas de grupos sociales que antes estaban en el olvido y que era necesario que entraran hacer parte del andamiaje historicista de las sociedades. Una vez más en el arte, los elementos extraños de culturas como la africana, la indígena, los negros, los mismos grupos humanos migratorios servían de tema para la consolidación formalista del arte y con esto la secularización del mismo, bien lo menciona Jairo Montoya Licenciado en Filosofía y letras, profesor de la Facultad de Ciencias humanas de la Universidad Nacional sede Medellín “Frente a una estética restringida casi exclusivamente a las producciones del arte y cuyo espacio aparecía cada vez más difícil e inoperante de sostener, se trataba ahora de reivindicar una estética expandida que buscase no tanto la universalización del fenómeno artístico, cuanto la indagación por los diferentes estratos que componen el comportamiento estético; o en palabras de André Leroi Gourhan, que se propusiese “rescatar en toda la densidad de las percepciones cómo se constituye en el espacio y en el tiempo un(os) código(s) de emociones, asegurando al sujeto étnico lo más claro de su inserción afectiva en su sociedad”[7]. Para comprender el cambio de pensamiento alrededor de la concepción sobre cultura podemos ver algunos objetos y obras construidas en culturas como la africana y la cubana pero que fueron adquiridas como obras para museo. (Ver presentación).

Hoy día consideramos que la cultura se amplía un poco más, para entrar a discutir ya no de una sola cultura unificadora de una nación, caso de América Latina, sino que una nación está constituida por múltiples culturas que se traslapan y se interrelacionan enriqueciéndose o devastándose unas a otras. Se trata de que según el número de comunidades o grupos sociales existan, igual será el número de culturas que coexistan detrás de dichos grupos. En este caso la cultura está concebida como las maneras, o formas de hacer de una comunidad y en la que entran a jugar elementos importantísimos como lo gastronómico, las costumbres, los ritos y mitos, la lengua, sus manifestaciones artríticas; y todo esto entra a conjugar un entramado de relaciones internas entre los sujetos de la misma cultura y otros que están por fuera de la misma, así lo dice jairo Montoya “Pero a lo mejor hablamos de memorias porque nuestra condición actual, nos pone, en primer lugar ante la experiencia de una individualidad fuertemente “fragmentada” que parece buscar contrapartida, y a toda costa, puntos de reconocimiento y de identificación; y en segundo lugar, ante agrupaciones sociales “reterritorializadas” en sus espacios, en su comportamiento y sobre todo en su pertenencia a un suelo histórico que las arraigue”
[8].

La búsqueda a la que se han dedicado los artistas en esta época es entonces la de reconstruir la memoria, de recuperar lo que se ha perdido, de recuperar si se quiere una identidad sumida en el olvido, y la autonomía de las mismas frente a la llamada globalización. Es por todo esto que una de las artistas Manizaleñas presenta una obra en el XI Salón regional de Artistas. Quiso entrar a construir y apropiarse de un espacio público en donde retoma elementos propios de nuestra cultura popular y los reconfigura en una construcción a la que denomina “Sutura”, aquí la memoria hace aparición a través del elemento sagrado, la sábila, elemento cultural significante, que para algunos de nosotros el ubicarla detrás de la puerta concede protección al hogar, en otros casos como en el de sutura la Sábila posee características sanadoras con la finalidad de suturar dos lugares de la ciudad que se hayan escindidos, que posee movimientos y ritmos discontinuos pero que hacen parte de la misma ciudad (Ver imagen en presentación)

De estos movimientos se desprenden grandes tesis como las de Néstor Garcia Canclini o de Jesús Martín Barbero, que analizan a fondo las relaciones entre culturas tanto dentro de los territorios, como las consecuencias de los grandes desplazamientos y los fenómenos que se generan alrededor de ellos y su relación con la llamada caída del proyecto de la modernidad. Estos autores nos pueden dar un poco mas de luces sobre lo que sucede en estas esferas.

Universidad y Cultura
Uno de los espacios donde hacemos posible la cultura es la Universidad, desde el papel que cumplimos como docentes se pueden generar reflexiones y diálogos en donde es posible abrir debates entorno a los valores culturales existentes dentro de nuestras sociedades
[9], José Gregorio Rodríguez nos dice“ En consecuencia cada acto de clase es un acto creador y no una mera repetición de fórmulas, es una constante poiesis que propicia interacciones humanas de gran riqueza mediadas por el conocimiento y hace que los minutos compartidos en las aulas, se conviertan en instantes de creación”[10] Vemos que en el mundo universitario confluyen múltiples realidades, formas de ser de la cultura, llegan estudiantes cargados de todo un mundo simbólico propio de sus raíces y de la hibridación con otras culturas, se convierte entonces en un micromundo en donde se da y se recibe constantemente, conciente e inconscientemente, a partir de las interrelaciones que se propician en una aula de clases, para citar solo un ejemplo.

Se presentan entonces tres puntos claves desde las cuales la cultura se hace posible al interior de la universidad, y que se convierten a su vez en funciones de la misma: a) a través de la formación el estudiante tiene la posibilidad de acceder al conocimiento, a otros saberes que no le son propios, pero que le hacen posible el entendimiento del mundo y le proporcionan el sentido a su existencia. b) en el espacio de la investigación es posible el entendimiento de muchos de los sucesos de nuestras culturas, de nuestras realidades circunscritas en ámbitos regionales y contextos propios, pero amarrados a su vez a procesos globales y trasformadores. En la búsqueda de soluciones que den salida a múltiples conflictos que se generan en torno a las diferencias culturales, pero también desde esas maneras de hacer propias de cada cultura, “Así mismo, la comprensión de la vida que fluye en nuestras ciudades y pueblos y los saberes que día a día se inventan nuestros conciudadanos, los saberes experienciales son la tercera fuente de saber que alimenta el entramado complejo del conocimiento universitario”
[11] c) desde la constante interrelación con el mundo exterior y la academia se hace posible visualizar problemáticas, para generar soluciones viables. Además de las relaciones constantes que se tejen con la sociedad circundante, paso importante en el buen manejo y funcionamiento del conocimiento generado al interior de la universidad.



Arte, investigación y creación
Es bien sabido por todos nosotros que la investigación científica al interior de nuestras universidades está muy bien posicionada, si bien es una de las herencias que nos lego la modernidad, ha marcado la mayor parte de los avances tecnológicos y el desarrollo de conocimientos que se han generado en la historia de las sociedades. Pero surge una pregunta como respuesta a lo que el proyecto de la modernidad dejó enraizado, y es la enseñanza y el aprendizaje por medio de la razón. Pensamos, leemos y escribimos de una sola forma, pero la verdad es que nuestro ser posee diversas formas de manifestarse. Además nos encontramos sumergidos en una cultura que constantemente está bombardeada por la imagen, aunque la era de la imagen parece haber pasado ya, más que sentirnos bombardeados por imágenes, creemos que esta es una forma diferente de ser y aprehender el mundo, desde lo visual, desde la imagen. Proliferan juegos de video, computadores, el Internet y demás elementos telemáticos que hacen la vida más rápida, dinámica, activa y acuciosa, y en muchas ocasiones se nos hace incomprensible los cambios tan drásticos y rápidos que suceden en nuestras sociedades.

Es así como el arte posee una manera de hacer intrínseca, estrategias que se han desarrollado con el tiempo y la investigación en el manejo técnico plástico, desde el cual el ser humano también aprehende y le da sentido al mundo y a su existencia. Entre estas estrategias se encuentra la del pensamiento visual pues es a través de la imagen que nos comunicamos, hacemos y proponemos múltiples realidades, posibles o no “la diferencia entre la ciencia y el arte, no es la distancia entre lo racional y lo prerracional, sino entre dos tipos de pensamiento, uno que se expresa en conceptos y otro sumergido en imágenes”
[12] .

Es desde el entendimiento de la imagen, del contexto y la cultura en la cual ha sido creada que nos apoyamos para desarrollar conocimiento, a través de diversas maneras, perceptivas visuales, táctiles, olfativas incluso a partir del oído como lo hace la música, otras veces implementando métodos surgidos de la antropología, la sociología y demás ciencias humanas, pero que conjugados, se reúnen ciertas herramientas para la comprensión de lo que sucede, pues es claro que el arte no solo es una forma de esparcimiento, de ocupar el tiempo libre o en otros casos una forma decorativa, sino la manera a través de la cual la cultura se materializa. El arte es un modo de sentar una posición política y crítica a través de la cual el artista o el practicante del arte muestran o explicitan facetas del mundo y las sociedades, que no se hacen explícitas en esferas de poder en donde ideologías políticas o modelos económicos marca la pauta y lleva la batuta del desarrollo social.

Con este primer acercamiento a lo que es nuestra manera de vivir en sociedad, se pretende posicionar la investigación en artes con el pensamiento visual como una forma más de generación de conocimiento, pero hacia la comprensión y el desarrollo más íntegro del ser humano, que de respuestas a la búsqueda del equilibrio que siempre se ha planteado entre razón y sentimiento, racionalidad e irracionalidad, es decir, sin hallar puntos de escisión entre la forma de investigación de la ciencia y el arte, “una teoría del arte capaz de trascender el antagonismo entre pensamiento e intuición, podría contribuir a reelaborar los dilemas de fin de siglo, cuando todas las estructuras socioculturales se desestabilizan y nos preguntamos si es posible construir imaginarios que no desemboquen en furores irracionales”
[13]. Cabe aclarar que esto está apenas en construcción a nivel nacional, parte del encuentro de Facultades de Artes realizado en Bogotá en noviembre de este año por ende, este tema está apenas comenzando a surgir en los ámbitos académicos universitarios.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Ávila Penagos, Rafael (compilador), Sujeto, Cultura y dinámica social. Ediciones Antropos. Santafé de Bogotá 2005
- Cultura y Región. Universidad nacional, Facultad de Ciencias Humanas, centro de estudios sociales Ces. Jesús Martín Barbero, Fabio López De la Roche y Ángela robledo, editores. Santafé de Bogotá 2000
- Garcia Canclini, Néstor. El fin de siglo en las artes latinoamericanas, VI cátedra internacional de Artes Luis Ángel Arango. Santafé de Bogotá 1996
- Rodríguez, José Gregorio, Universidad Conocimiento y sociedad. Ponencia Manizales 2004
[1] Mora Osejo Luis Eduardo y Orlando Fals Borda. La superación del Eurocentrismo, enriquecimiento del saber sistémico y endógeno sobre nuestro contexto tropical. Academia colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y naturales. Colombia 2002 p. 7
[2] En este caso es el método de enseñanza privilegiado en la escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas, además es el método de enseñanza utilizado en muchas otras escuelas de artes del país.
[3] Castro Gómez Santiago, Teoría tradicional y teoría crítica de la cultura, en el libro Sujeto Cultura y dinámica social. Ediciones Antropos. Bogotá 2005 p.75
[4] ver presentación imagen de las Meninas
[5] Castro Gómez Santiago, Teoría tradicional y teoría crítica de la cultura, en el libro Sujeto Cultura y dinámica social. Ediciones Antropos. Bogotá 2005 p. 76
[6] Garcia Canclini Nestor, Narrar la multiculturalidad. VI cátedra de Arte Luis Angel Arango el fin de siglo en las artes latinoamericanas. Bogotá 1996 p. 2
[7] Montoya jairo, De las memorias a las dramaturgias urbanas. Cultura y Región , Universidad Nacional. Bogotá 2000 p.297
[8] Ibid. P. 299
[9] En este caso nos referimos a las sociedades de América Latina
[10] Rodríguez José Gregorio, en la ponencia Universidad, conocimiento y sociedad.
[11]Ibid.
[12] Garcia Canclini, Néstor Rehacer los pasaportes. El pensamiento visual en el debate sobre multiculturalidad. P. 1 El fin de siglo en las artes latinoamericanas. Santafé de Bogotá 1996
[13] Ibid, p. 2

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